La culpa no es mía…
Muchas veces los colombófilos, mejor dicho los palomeros, tendemos a dar culpa a la pérdida de palomas a los halcones, a los soltadores, pero lo que sí que es un denominador común es que todos ellos aseguran que la culpa no es suya. Evidentemente que un día un grupo de halcones te hace una fiesta, que el soltador no acierta, pero vayamos a los términos generales, que son los únicos capaces de generar hipótesis.
En mi humilde opinión, creo que va siendo hora de tomarse este deporte un poquito más en serio, no tener los animales por tener y ponerle más ganas. No hay que olvidar que tratamos con animales, y ellos, a diferencia de posibles máquinas, necesitan de nuestra ayuda para realizar hazañas impuestas por nosotros mismos, las cuales no realizarían JAMÁS por cuenta propia. Hay que empezar a valorar el esfuerzo que supone para el animal regresar a su casa, y nosotros, como humanos, hemos normalizado su llegada. No nos sorprende su regreso en las distancias cortas y no somos conscientes que acaba de cruzar un charco de 300km, donde el mínimo fallo de sus alas puede suponer su muerte. Por mucho que nos hayamos acostumbrado, sigue siendo de admirar su regreso, su valentía y su coraje para volver a casa. Démosles la importancia que realmente se merecen.
Cuantas veces hemos escuchado, “no me han venido las palomas, no debían servir”, o “la que no venga no come” o “si no viene ella se lo pierde”. Quizás es que NO ha podido venir, que es muy diferente. Va siendo hora de ser autocrítico y decir “no las tenía preparadas para venir” o “no debería haber enjaulado”. En muchas ocasiones, nos cegamos por la ilusión de esperarlas, de verlas llegar, siendo conscientes, muy en el fondo, de que no estaban para regresar. Es importante este pequeño gesto de humildad, no echar siempre los balones fuera y empezar a respetar nuestras aves y mantenerlas como realmente se merecen.
Además, si en ocasiones tenemos la certeza de tener las palomas en malas condiciones, y el problema se nos pone cuesta arriba y no somos capaces de salir de él, ¿qué hay de malo en pedir ayuda? ¿Nos hace peores colombófilos? Parece que nos da vergüenza el hecho de pedir ayuda, que nuestro egocentrismo no concibe someterse a la ayuda de otro, compañero por cierto, porque eso le convierte en mejor. ¡Qué ridículo! Si alguno puede ayudarnos en nuestras batallas contra enfermedades, problemas de aireación, problemas con los pichones, etc, ¡bienvenida sea toda ayuda! Cambiemos esa forma de pensar y miremos de mejorar juntos.
Con este breve escrito tan solo quiero que se dé la importancia que se merece, que para dar de comer y beber y no preocuparse lo más mínimo por ellas, mejor poner gallinas u otro tipo de animales que no requieran de nuestra ayuda.
Para terminar, estoy convencidísimo de que si todos pusieran un poco más de empeño los % generales subirían exponencialmente y nuestra colombofilia sería mejor cada año.
Rafel Gómez Font
Cert