Leyendo Alas… LA EDUCACION DE LOS PICHONES
Numero 180.- abril-junio 99
Los pichones sanos, bien aquerenciados, antes de tirar su primera pluma de nido, deben iniciar sus vuelos diarios alrededor del palomar. Al principio los primeros días lo hacen en forma desparramada, pero a los pocos días ya se organizan en lotes más compactos.
Desde su temprana edad hay que mostrarse rigurosos en la disciplina para que no tomen malas costumbres, más tarde son difíciles de corregir.
Las salidas deben ser a horas determinadas, con el buche vacío, es decir antes de comer. Al principio vuelan poco, pero no tardan en aumentar su permanencia en el aire y cuando el tiempo es claro y fresco lo prolongan a voluntad en una hora o más.
El buen entrenador debe conocer una ley que debe cumplirse siempre. El equipo de voladores tiene que conducirse según las órdenes del preparador y no éste estar sujeto o hacer cambios según lo quieren o hacen sus palomas.
Si el entrenador pierde el control, todo está acabado bajo el punto de vista deportivo.
Al principio debe dejarse que los pichones revoloteen libremente un tiempo prudencial. Esto les da firmeza en sus movimientos de vuelo, los hace familiarizarse con el palomar y alrededores y toman confianza en sí mismos.
Cuando ya han pasado más de un mes de vuelos diarios a voluntad, hay que empezar con los ajustes horarios. Luego de unos cuarenta minutos de vuelo cuando la bandada ya insinúa bajar, se las llama, ya sea con un pito o un silbido, se les hace entrar y posteriormente se les da de comer. Todo esto requiere unos pocos días de paciencia. Hay que ser inflexible con este principio: el que no entra a tiempo, no come.
No se afloja por los torpes o caprichosos: dos o más días de hambre reducen al más empecinado. El racionamiento es la base del adiestramiento de los animales. Si algún pichón persiste en su mala costumbre de no entrar y prefiere vagabundear por los techos, no pierda tiempo con él, elimínelo y evite un mal ejemplo; sea estricto en estos principios.
No pretenda que hará mejor mimando sus pichones a imponerles un régimen militar. Es a la hora de la llegada de los concursos cuando se pagan los buenos o malos dividendos de la forma como se han educado la colonia. No obstante, todos estos recaudos de disciplina, los días de los concursos, los pichones suelen llegar poseídos de cierta tensión nerviosa (stress) y dan algunas vueltas antes de posarse. Es el momento en que el manager debe conservar la calma, guardar sus nervios en el bolsillo y apresurarse lentamente. Nada de manotones, corridas bruscas, movimientos fuera de costumbre.
Las mensajeras tienen muy buena memoria y nunca olvida un mal recibimiento.
Hay que ser inflexible con este principio: el que no entra a tiempo, no come.
Sí senyor!