Leyendo Alas… RECUERDOS DE MI PRIMER ENJAULE
Alas sobre el mediterráneo Nº 163 Enero – Marzo 1995
No aceptaba a comprender lo que estaba ocurriendo, era ya de noche y hacia por lo menos dos horas que me habían dado la cena, cuando las luces del jardín se encendieron. Algo debía ocurrir, pues generalmente, después de cenar, caída ya la tarde, nadie solía venir a vernos.
Oí unos pasos. Afortunadamente me resultaron familiares, pues reconocí rápidamente que se trataba de mi amo. ¡Quizás alguien esté enfermo! Pensé. Se abrió la puerta, y su chirriar me altero, una luz casi cegó mis ojos. No entendía nada, seguramente sería por mi juventud y falta de experiencia.
Una mano se posó sobre uno de mis compañeros, era mi amigo de la infancia, lo sacaban fuera, ¿a dónde los llevarían? Sentí que mis alas no se podían ni abrir, ni tan siguiera para huir de él y cruzar el palomar. Pero ¿qué ocurría?, mi esperanza es que mi cuidador jamás me hizo daño, a veces, eso sí, me cogía entre sus manos y tras acariciarme unos instantes, abría mis alas, como si de un abanico se tratara, y le oía comentar lo bonitas que eran, incluso a veces me miraba fijamente a los ojos como queriéndome decir algo que todavía no he logrado comprender. Después me soltaba, y yo me iba volando, a mi sitio favorito, aquel que estaba al lado de aquella paloma blanca, que era un poco más joven que yo y que tantas veces había soñado con ella…
Pero hoy era distinto, uno tras otro, iban cogiendo a mis compañeros. Detrás de la puerta pude ver una caja muy grande, donde los iban poniendo. Desde luego no cogían al primero que pasaba, sino que escogían a los mejores, y siendo así, debía de ser para algo bueno… Mientras estaba distraído en estos pensamientos note la mano de mi amo sobre la espalda, me tomo entre sus manos como tantas otras veces, me miro el ala, como tantas otras veces; incluso la cola, y me miró fijamente a los ojos, pero no como otras veces, la mirada de mi amo transmita sentimientos contradictorios, alegría, pena, indecisión…, pero finalmente, su mirada me dijo “te quiero, vuelve”
Un miedo feroz me recorría el cuerpo, hacia solo unos momentos quería preguntar a los más viejos que me explicasen lo que estaba ocurriendo, pero no me había dado tiempo, ya estaba en el interior de la caja que hacia un rato había visto desde el interior del palomar. Era una caja estrecha y alargada, por lo menos éramos doce, y estábamos algo estrechos, no era como en casa, ninguno de los que estábamos allí, sabíamos lo que hacíamos y por mas conjeturas que hiciéramos no lo llegábamos a entender, ¡éramos tan jóvenes! La caja ser abrió y cerró un par de veces más y ya definitivamente no hubo más movimientos. Sin embargo, por el agujero que tenía la caja, pude ver que había otra igual, y pensé, quizás como el consuelo de los tontos, que por lo menos había bastantes en mi misma situación.
Esta fue la noche más larga de mi vida, por suerte mis amiguetes de caja, que por cierto todos eran chicos, no sé si por casualidad, o mi amo lo hizo a cosa hecha, me echaron una mano, y yo a ellos; nos acurrullamos uno junto al otro, para conservar el calor, y hacer más llevadero lo que estaba ocurriendo. Me acorde de muchas cosas, y ¿cómo no?, de la paloma blanca. A la que no sabía si volvería a ver, ni tan siquiera me había podido despedir de ella.
A la mañana siguiente, reconocí de nuevo los pasos de mi amo, aunque se me paro la respiración, ¿nos soltaran?, pero una nueva sensación me invadió. Sentí como la caja se levantaba, y la depositaban sobre algo, y un ruido que nunca había oído me sobresalto, aquello se movía, se movía mucho. De repente se paraba, a veces bruscamente, y nosotros nos caíamos unos sobre otros, luego se volvía a mover, hacia la izquierda, o a la derecha otras veces, se oían también ruidos que venían del exterior, en fin, una locura, que afortunadamente no duro mucho tiempo, alrededor de media hora.
Estando sumamente preocupado y asustado, sentí que mi amo depositaba otra vez la caja en suelo firme. Al cabo de un rato, de repente se abrió la caja…, emprendí el vuelo, casi enseguida se me juntaron siete u ocho compañeros de caja. Vi otro grupito, seguramente serían los de la otra …, pero el desbarajuste era tal, que no hacía más que dar vueltas, tomé un poco de altura, pero mi sorpresa fue tal que el palomar había desaparecido. Pero es que además el entorno no era tampoco el mismo. ¿Dónde estoy? De repente pude ver el otro grupito y me pareció ver una mancha blanca entre el gris, se cierto que se me cambio el semblante, será… Me apresure a tirar de mis compañeros, hasta que nos mezclamos.
Era mi paloma blanca, me acerque tanto que incluso nos dimos con las alas, a ella también se le ilumino el semblante. He de confesar que nos daba igual que no estuviese el palomar. Formaremos una familia… buscaremos un sitio … ¿Quién sabe dónde estamos? Es imposible encontrar nuestro palomar, no sé dónde ir.
De repente, una fuerza empezó a tirar de mí en una dirección determinada, al tiempo que vino a mi mente aquella mirada fija de mi amo, que no había sido como las de siempre, aquella que me dijo “Te quiero, vuelve”
María Magdalena Ramis Pons
Has hecho grupo de control para compararlo con los que toman la cebada que dices?
Molt bo,només una puntualització:l'atavisme no és un bot enrera
Giem un zurito de gran fondo enhorabona Pen Toni y en Llorens
Hola Antoni, i que trobes d'aquelles primeres amollades a 60km? Saludos!
Hola Esa es una de las ideas que tuve hace años Un campeonato antes de final de año y seguidamente…